¿Qué pasó en el siglo XX, al institucionalizarse la ópera nacional? ¿Qué distingue a la producción mexicana actual? ¿Es que existe una relación entre el mundo prehispánico y el florecimiento que el arte lírica tuvo en la Nueva España y el México del siglo XIX?
El libro Ópera de México. Colección de artículos del Primer Diplomado en Ópera Mexicana (2021), da respuesta a esta y otras interrogantes, fruto de las más recientes investigaciones en torno al ámbito operístico nacional, realizadas en México y el extranjero. Tendrá dos presentaciones al público.
La primera será el 4 de febrero, a las 18:00 horas, de manera híbrida: en la Casa del Tiempo de la UAM con aforo limitado y a través de su Facebook https://www.facebook.com/casadel.tiempouam/ Después, el 17 de febrero a las 12:00, habrá otro lanzamiento virtual en el Facebook de la Universidad Veracruzana.
Dichas investigaciones se vertieron en el Primer Diplomado en Ópera Mexicana, realizado en 2020 y 2021 por la Fundación Arte Contra Violencia y la Escuela Superior de Música Fausto de Andrés y Aguirre (ESMUFAA), en Cholula.
“Es indudable que la ópera mexicana es un acervo poco valorado, poco estudiado y difundido aun por instituciones educativas dedicadas a la enseñanza profesional de la música y por medios de comunicación, por tanto, un acervo desconocido y poco explorado incluso por el gremio musical de nuestro país”, advierte en el prólogo Jorge Aguirre, director de la ESMUFAA.
Se trata de una publicación independiente, de más de 300 páginas, editada por el investigador César Moreno Zayas (lingüista y semiólogo mexicano, doctorado en la Universidad de Nottingham), bajo la coordinación de la investigadora y productora Enid Negrete (doctora en Arte Escénicas por la Universidad de Barcelona), impulsora del Diplomado de Ópera Mexicana.
Los autores del compendio incluyen a académicos de elevado reconocimiento nacional e internacional que participaron en el diplomado, como Gabriel Pareyón, Luis de Pablo Hammeken, Magda Rey, Alberto Pérez-Amador Adam, entre otros.
Los contenidos
Dedicada al ámbito cultural precolombino y virreinal, la primera parte del libro presenta una visión novedosa del nacimiento de la ópera en la Nueva España.
“La secuencia de artículos compendia una buena muestra del legado operístico nacional, comenzando por un panorama general sobre el origen no europeo de la ópera, su presencia en culturas orientales de la antigüedad que con sus necesidades expresivas y rituales dan testimonio de ello”, explica Aguirre en el libro.
Los artículos en torno a los antecedentes del género en el territorio mesoamericano ofrecen una revisión de las artes prehispánicas y de la escena vocal originaria, así como su relación con el inicio del proceso de colonización y aculturación musical operística.
Otro tema son los tesoros musicales del virreinato, con énfasis en el ecléctico siglo XVIII: los libretos en castellano escritos por Lope de Vega y Calderón de la Barca, que en la época del rey Felipe IV se representaron en los teatros de la Nueva España; La Parténope y El Rodrigo, primeras óperas escritas por un autor novohispano: Manuel de Sumaya.
Asimismo, este apartado se adentra en la identidad indio-americana en el dramma per música; ofrece un panorama del teatro musical americano en los siglos XVII y XVIII y un acercamiento a la actividad operística en la Ciudad de México durante el XVIII.
“Emmanuel Pool hace un recuento del repertorio operístico barroco tanto en México como en otras partes de Latinoamérica, lo que permite dimensionar el desarrollo de la ópera y su distribución”, detalla Moreno Zayas en la introducción. Además, Pool, musicólogo y contratenor mexicano, repara en una problemática actual: la dificultad en la búsqueda de repertorio inédito de ópera mexicana.
La segunda parte del libro aborda el siglo XIX: la producción operística en el país y el lugar que ocupó la ópera mexicana en el panorama internacional, así como la importancia que tuvo durante el llamado Segundo Imperio, a mediados de la centuria.
“El siglo XIX marca el inicio del México independiente y también de un gran apoyo a la producción operística. Es en este período que compositores mexicanos y artistas comienzan a destacar, pero también es un proceso donde la ópera como fenómeno social juega un rol importante en la vida política de México”, explica Moreno Zayas.
El apartado abarca la influencia de las sociedades filarmónicas del siglo XIX, organismos creados para promover la educación musical, la imprenta y la creación de orquestas sinfónicas, que –escribe Aguirre- cifraron su principal interés en las temporadas de ópera que se presentarían en teatros legendarios como el Gran Teatro Nacional de México.
“Este recinto presentaría primero óperas europeas para después generar iniciativas y conformar compañías de ópera mexicana”, detalla. También se desglosan temas como el papel de la ópera en la civilización de México y explora una rareza: el repertorio operístico de calle de la época.
Engocads en los siglos XX y XXI, la tercera parte de la publicación aborda el nacionalismo y la modernidad, las técnicas extendidas, la nueva ópera mexicana que conjuga problemáticas sociales, instrumentaciones autóctonas y otras formaciones instrumentales. Se analiza el desarrollo de la Ópera Nacional e Internacional en el Palacio de Bellas Artes desde sus inicios.
El apartado igualmente da lugar a la anécdota histórica: repasa la llegada de Enrico Caruso al país bajo la presidencia de Adolfo de la Huerta; cantante, maestro de ópera y artífice de la visita. También se detiene en la vida y obra de Salvador Moreno, y en Julia Alonso: la primera mujer mexicana en dirigir orquesta. Igualmente, explora el “artivismo” desplegado en este siglo en el territorio operístico, centrándose en temas apremiantes como el feminicidio y la inmigración ilegal.